El rugby mexicano experimentaba un crecimiento sostenido en todos sus niveles cuando la pandemia del COVID-19 puso un freno a toda actividad ovalada.

Desde marzo de 2020, la Federación Mexicana de Rugby no ha podido habilitar torneos. Cada estado del país ha tenido distintas formas de controlar el virus, y el rugby ha debido adaptarse.

El golpe que sufrirá el deporte cuando vuelva la normalidad es difícil de medir, pero la clasificación al torneo de repesca olímpico le ha dado un sólido empuje al rugby en el alto nivel en el gran país del norte de América.

Los equipos masculino y femenino de México, Las Serpientes, estarán en Mónaco el 19 y 20 de junio.

Si bien obtener alguna de las plazas disponibles – dos para las mujeres, una para los varones – en los Juegos Olímpicos de Tokio está en el radar, según Pablo Guerrero, hay otros objetivos para el equipo que conduce.

“El objetivo no está en los resultados de los partidos,” dice el entrenador del equipo masculino de las Serpientes, “está sobre momentos y destrezas que queremos mejorar. El éxito será la posibilidad de evolucionar en momentos del juego.”

México todavía no ha explotado en el ámbito internacional y busca dar pasos certeros.

La reciente partida del ex jugador y coach del seleccionado Simon Pierre, que regresó a su Nueva Zelanda natal tras muchos años en México, generó un reordenamiento en la conducción de los seleccionados, aunque ya se venía trabajando en el alto rendimiento bajó la conducción de Rubén Duque, que además será el coach de las mujeres en el torneo.

Fundador

El camino de Guerrero en el rugby comenzó en su Argentina natal y desde la llegada de su familia a Querétaro, el rugby le presentó nuevos desafíos.

“Mi hijo Franco, entonces con 12 años, me planteó que quería seguir jugando rugby, como la hacía cuando jugaba en Banco Nación.” En el club que derrotó a Inglaterra en 1990, fue entrenado por el miembro del World Rugby Hall of Fame, Hugo Porta.

En Querétaro, a 220 kilómetros de la capital del país, no había mucho rugby juvenil por lo que Guerrero participó de la creación del Querétaro Rugby Roosters, club que con el tiempo creció y hoy tiene equipos Sub16, 19, femenil y dos de adultos. Esto lo llevó a tener múltiples roles y convertirse en educador de World Rugby.

Al crecer su hijo  en el rugby y ser seleccionado juvenil, a fuerza de acompañarlo y por su conocimiento y fanatismo, se fue incorporando a las selecciones nacionales.

La pandemia golpeó cuando era coach de las Serpientes M19 y ya trabajaba junto a Rubén Duque en el alto rendimiento.

Nueva forma de trabajo

“Cuando golpeó la pandemia buscamos como seguir involucrando a los jugadores en el rugby. Estaba la repesca olímpica, pero otras actividades también en que pensar,” cuenta Guerrero.

Con gente amateur, en su mayoría estudiantes, “arrancamos con 200 jugadores y jugadoras, todos quienes habían participado en los últimos años en algún equipo nacional.”

“El trabajo que pudimos hacer por zoom lo encaramos a través de cinco centros de tecnificación regional, trabajando en destrezas, análisis, tests físicos.”

Además, se armó una gran videoteca con partidos previos de Serpientes y análisis personal de cada jugador y jugadora, remarcando fortalezas y debilidades de cada uno.

“Con la salida de Simon, asumimos la conducción y continuamos con la misma línea que él llevaba. Fuimos a ver a los jugadores a México DF, Guadalajara y Puebla, básicamente en un entrenamiento, todos con los estudios de PCR hechos, donde evaluamos su preparación física y la ejecución de distintas destrezas, sin mucho contacto.”

Camino a Mónaco

De este proceso se bajó la cifra a 60 varones y mujeres para trabajar más enfocados en el seven.

Hace tres semanas, se volvieron a juntar, en tres equipos por género y jugaron partidos entre sí, buscando la ejecución de todo lo trabajado.

“Allí, elegimos 15 varones y 15 mujeres que entrarán a una burbuja de tres semanas antes de viajar.”

“Tendremos mucho estímulo de rugby en un régimen de alto rendimiento al que no estamos acostumbrados. Será un punto de quiebre que nos tiene entusiasmados.”

El foco puesto en la preparación física desde el último torneo de RAN, en 2019, hace que “hoy los equipos estén físicamente en un nivel por encima de la media de otros torneos en los que ha jugado, lo que nos da buenas expectativas de trabajo.

Los varones integrarán el Grupo A con candidatos como Samoa e Irlanda, y con Tonga y Zimbabwe. Las mujeres enfrentarán a Rusia, Argentina y Samoa, también en el grupo A.

Padre e hijo

Si bien Pablo Guerrero tiene su viaje al Principado asegurado al frente de los varones, su hijo Franco, apertura o centro de las selecciones mexicanas desde hace cinco años, debe superar el último corte de jugadores, cuando se baje de quince a doce que viajan.

“Es difícil entrenar a un hijo, pero Franco es muy concentrado, ve todo el rugby que puede, conoce a todos los jugadores, se prepara muchísimo físicamente,” cuenta Guerrero Sr.

En una casa muy deportiva, ya que su hija además de jugar fútbol estudia periodismo deportivo, el apoyo fue total. “Empezó su preparación hace cinco meses y todos lo acompañamos con dieta rigurosa. Se cuida y se prepara mucho.”

“A medida que fue creciendo, hubo una conexión enorme y genera placer compartir con él el día a día y el fanatismo por el rugby.”

La preparación y posterior viaje los tendrá casi un mes dentro de la burbuja, de la que también participará Vanessa Rodríguez Gasperín, novia de Franco, e integrante de la rama femenil de Serpientes.

Llegar a Mónaco y tener una buena actuación allí será no solo el orgullo de las Serpientes, pero de la familia mexicana del rugby.

Photo credit: Gustavo Aranda