Lograr representar a un país en dos deportes es algo reservado para muy pocos.

Melissa Ruscoe representaba como defensora a Nueva Zelanda en fútbol cuando una compañera le sugirió participar de un entreno de pretemporada en un club local de Christchurch.

Ruscoe, tenía 23 cuando cambió la pelota redonda por la ovalada. Admite que "apenas podía caminar" al terminar ese entrenamiento. A pesar de los dolores, quedó enganchada con el rugby.

Aprendió rápidamente su nuevo deporte como una esponja y, al pasar de wing a la tercera línea, sobresalió. Dentro de los siguientes cinco años, consiguió un lugar en las Black Ferns.

Ruscoe jugó los cinco partidos con que Nueva Zelanda ganó Rugby World Cup 2006. Cuatro años más tarde, en Inglaterra, fue la capitana de unas Black Ferns que obtenían su tercer título consecutivo.

“Vestir la camiseta negra, o representar a tu país sea el que sea, es un enorme honor y privilegio," Ruscoe le dijo a World Rugby.

“Creces viendo a tus deportistas favoritas y crees que es increíble ser olímpico, campeón del mundo y cosas así. Crees que está muy bueno."

“Llegar a lograr eso, estar ahí, es muy especial. Poder vestir la camiseta una vez ya es increíble; jugar en dos mundiales no se explica."

Desarrollo y aprendizaje

Ruscoe recuerda estar abrumada cuando fue a su primer campo de entrenamiento con las Black Ferns. "Creo que ni siquiera hablé," admite. "Era un desarrollo y aprendizaje constante."

Lo mismo sucedió cuando Ruscoe recibió la capitanía de Nueva Zelanda antes de RWC 2010. Su antecesora, Farah Palmer, condujo a las Black Ferns a tres títulos mundiales entre 1998 y 2006. La cinta de capitán traía una presión extra.

“Siempre miras de donde vienen las Black Ferns y respetas el trabajo y todo lo que entregaron las anteriores jugadoras," dice Ruscoe.

“Ves a gente como Farah Palmer o Rochelle Martin, todas esas líderes que tenían las Black Ferns cuando empecé. Fue enorme tener que asumir el rol que era de Farah."

“Recibir la oportunidad ya fue impresionante. Entonces tienes escalofríos; las Black Ferns han ganado esos mundiales y estábamos preparándonos para otra RWC."

“Está la presión de los medios que te ponen a prueba, diciendo que vas a ser campeón. Como equipo, sabíamos que no éramos campeonas, que no éramos el equipo del 2006."

"Al crearnos esa presión, como capitana debes buscar la forma de cargarte algo de esa presión."

Las Black Ferns, obviamente, ganaron una cuarta Rugby World Cup en Londres. Una década más tarde, Ruscoe quiere compartir su considerable experiencia con la próxima generación de jugadoras de talento en Nueva Zelanda.

Se retiró como jugadora tras la victoria ante Inglaterra en el Twickenham Stoop en la final de RWC 2019; hoy con 43 años, cuenta que sus primeros pasos como entrenadora fueron con el Christchurch Football Club en 2013.

Ruscoe luego fue asistente del entrenador en Canterbury Women a partir del 2015, pero no fue elegida como entrenadora el mes pasado cuando se nominó a Blair Baxter como sucesor de Wayne Love y Kieran Kite.

Gran futuro

La experiencia vivida le aportó un enorme entusiasmo por ser entrenador y habiendo participado del World Rugby women’s High Performance Academy en Stellenbosch en mayo del año pasado, Ruscoe está abierta a las oportunidades que la carrera pueda darle.

“No había aplicado nunca antes para el cargo de entrenador pero haber participado del proceso fue un aprendizaje. Todas cosas valiosas que aprendí," explicó Ruscoe.

“Aparecerán las oportunidades...obviamente no ahora en media de la pandemia. Pero llegarán."

“He pensado en el extranjero y las posibilidades que allí puedan surgir; lo tengo en el radar. Obviamente no ahora, pero algo que analizaré."

I've always thought about overseas and looking at possible positions that might come up overseas, and that's still something on the radar. Obviously, not right at the moment, but yeah, it'll be something that I'll certainly look at. 

“Quien sabe? Quizás se desarrolle una competencia femenina tipo Super Rugby entre Nueva Zelanda y Australia."

“Si eso sucede, aparecerán otras oportunidades. Una puerta se cierra y otras se pueden abrir."

El horizonte de Ruscoe se amplió en su viaje a Sudáfrica, para participar de la primera academia de alto rendimiento de World Rugby. Las participantes siguen en contacto a través de las redes sociales.

“Fue fantástica la oportunidad; le agradezco a New Zealand Rugby por ella,” dijo.

“Llegar sin saber en qué nos metíamos, y de repente estar con 20 otras entrenadoras de todo mundo que viven de manera diferente algunas cosas pero son todas parecidas."

"Sus roles y responsables y las dificultades del rugby femenino y todo eso. Fue fabuloso llegar y ver; ahora hay otras y tenemos un grupo de amigas en las que confiar."

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