No se puede menospreciar el impacto que Jim Greenwood ha tendido en el rugby moderno.

Cuando hace cinco años se publicó la sexta edición de su fantástico libro 'Total Rugby' contenía tributos de luminarias que fueron influenciados por el escocés y su trabajo.

Aparecían elogios de su ex alumno Clive Woodward, de Ian McGeechan, Wayne Smith, Bill Freeman y dos mujeres que comenzaron sus caminos como pioneras en la Loughborough University donde Greenwood era profesor.

Liza Burgess y Emma Mitchell serían capitanas de Gales e Inglaterra respectivamente tras enamorarse del rugby jugando el estilo amplio de Greenwood en los 1980s.

“Jim Greenwood era fantástico,” Mitchell escribió en 2015. “Me enseñó todo y nos alentó a que aprendamos y experimentemos.”

Ambas mujeres siguen trabajando en el rugby. Burgess siguió a su mentor como entrenadora, siendo la primer mujer en ser elegida a la Welsh Rugby Union Board en noviembre del año pasado.

“Era un adelantado en todo los aspectos," escribió Burgess. "Sin él, el rugby femenino en Gran Bretaña no hubiera sido lo mismo."

‘Un gran maestro’

Greenwood, fallecido en 2010 a los 81 años, había tenido una gran carrera como jugador y entrenador cuando fue convencido de dar una mano al equipo femenino en Loughborough.

Tercera línea de enorme nivel, fue capitán de Escocia en nueve sus 20 tests entre 1952 y 1959, apoyando dos tries, y participando de la gira de los British and Irish Lions a Sudáfrica, cuya serie terminó empatada.

Habiendo comenzado a trabajar en la Loughborough University en 1968, el futuro miembro del World Rugby Hall of Fame inductee sería clave en las carreras de jugadores ingleses como Woodward, Fran Cotton, Andy Robinson entre muchos otros.

El compromiso de Greenwood era un rugby de todo el campo y eso le valió admiradores en todo el mundo - entrenando en Canadá, Japón, Estados Unidos y Nueva Zelanda era conocido como ‘Mr Rugby’.

Fue en Loughborough donde dejó su principal legado. A mediados de los 80s, empezaron a aparecer mujeres en sus cursos de rugby; al remarcar que era alentador esto, lo convencieron de que las ayudara en sus prácticas.

“Fue mi primer entrenador," le dijo Mitchell a World Rugby. "Fue una enorme suerte empezar en el rugby con Jim como entrenador."

“Fue realmente una inspiración y un gran maestro."

Un adelantado

Parece ser que hubo que convencer a Greenwood para que se sume al rugby femenino, pero cuando lo hizo estaba tan cómodo trabajando con jugadoras con tantas ganas de mejorar que aceptó ser el entrenador de Gran Bretaña y luego Inglaterra.

“Su esposa Margo recordaba como después de esa primera sesión a la que había ido a ver y ayudar un poco, volvió a su casa y ya mostraba su entusiasmo," agregó Mitchell.

“Creo que sentía que éramos un grupo de esponjas muy motivadas por aprender el rugby, escuchar, aplicar lo que escuchábamos. Éramos también todas bastante inteligentes que queríamos aprender y eso era para él recompensarte."

Amanda Bennett era la capitana en Loughborough cuando se sumó Greenwood. Recuerda como las jugadores devoraron los tres libros que había escrito sobre rugby. Como su compañera internacional Burgess, Bennett ha tenido una larga carrera como entrenadora.

“No podrías encontrar a nadie tan agradable," dijo. “En términos de rugby era un cerebro y todavía hoy se nota que estaba décadas adelantado."

La participación de Greenwood con el rugby femenino llegó en el momento justo. La Women’s Rugby Football Union (WRFU) se había formado en 1983 y tras una gira por Gran Bretaña de las Wiverns, un equipo norteamericano, en 1985, las jugadoras británicas comenzaron a pensar en el rugby internacional.

Respetado y honesto

La participación de Gran Bretaña en el Campeonato Europeo de 1988, además de los primeros test-matches de Inglaterra permitieron que más jugadoras estuvieran en contacto con los métodos de Greenwood fuera de Loughborough.

“En la previa de mi primer internacional, entrenábamos una vez por mes con él en Loughborough," recuerda la ex wing internacional Cheryl Stennett.

“Era tan respetado y honesto con todos. Sabes, si reconocía una debilidad en tu juego, hablaría contigo para ver como mejorarla."

“Eso era brillante y generaba mayor respeto; querías trabajar para él."

Greenwood dejó el cargo de entrenador inglés antes de la primer Rugby World Cup en Gales en 1991, dejándole el equipo a Steve Dowling, que había jugado para él en Loughborough.

Queda claro por lo que dejó escrito lo que significaba para el escocés poder conducir a esas jugadoras en la última etapa suya como coach.

“Un grupo que consiguió importancia no esperada fue el de mujeres. No las frenaron las críticas o prejuicios de hombres y mujeres y cada vez más mujeres se sumaron como jugadoras de rugby," escribió Greenwood en una de las últimas ediciones de Total Rugby.

“Disfruté muchísimo entrenarlas en Loughborough, Inglaterra y el equipo de Gran Bretaña. No encontré antes un grupo de personas con ese nivel de dedicación al juego o placer por jugarlo."

“Pero como entrenador, lo que destaco es el talento que las mejores jugadores muestran. En cuanto a lectura de juego, toma de decisión inteligentes, improvisar respuestas a problemas que surgen, la amplia gama de recursos, las mujeres están a la altura de los varones. Tienen el mismo compromiso en ataque y defensa e igualmente decididas en el contacto."

“Cuando analizas que ninguna de estas mujeres habían tenida experiencia en el rugby antes de llegar a la universidad, su progreso en el rugby es para destacar."

Lectura: Claire Cruikshank: ‘Busco que las jugadoras quieran jugar para mí."