Diez años antes de ganar Rugby World Cup 2003, Lawrence Dallaglio y Matt Dawson fueron campeones mundiales en el formato de sevens, cuando Inglaterra sorprendió a todos al ganar la primer Rugby World Cup Sevens en Murrayfield.

Este par de ingleses no eran reconocibles a nivel mundial en 1993, como muchas otras figuras internacionales que estuvieron en Escocia. En Australia estaban los héroes de 1991 Michael Lynagh, David Campese y Willie Ofahengaue, el plantel neozelandés incluyó a luminarias como Eric Rush y Frank Bunce, mientras que Fiji tenía al ‘Rey del Sevens’, Waisale Serevi.

El momento mas memorable del torneo, el que puso a Inglaterra, equipo que no era candidato, en la final, lo protagonizó un bombero de profesión en Yorkshire, Dave Scully, que se había quedado con el puesto de medioscrum delante de Dawson.

Adios al candidato

En una jugada que valió 14 puntos, Scully, desatendiendo su físico, frenó al gigante fijiano Mesake Rasari con tanta fuerza que el que hubiera sido un try seguro generó un knock-on, comenzó un contra-ataque que terminó con try inglés; los europeos pasaron a la final ganando 21 a 7.

“Es irónico que haya sido votado el momento más icónico porque yo no recuerdo nada!" dice Scully.

“En el tackle golpeé mi cabeza con la rodilla de Rasari y me durmió. Sólo me enteré en la cena después del torneo que habíamos recuperado la pelota en el tackle y que apoyamos un try."

Inglaterra había jugado ocho partidos agotadores hasta ese momento en poco más de dos días.

Con tan solo tres semanas de entrenamiento previo, Inglaterra llegó al torneo sin la adecuada preparación para algo tan grande. Lo que estaba acorde al nivel era la preparación física.

“Me conocían en el ambiente del sevens porque jugaba en un buen equipo de Wakefield; además estaba bien físicamente habiendo corrido dos veces la maratón de Londres el día después de jugar un partido de quince," revela Scully.

Australia llegó cansado

Lynagh, perdedor en la final, recuerda la fatiga de un torneo tan largo, más allá de que su equipo supo recuperarse de un 21 a 0 para poner a los ingleses bajo presión.

“Al haber jugado tantos partidos (10) en tres días, estábamos exhaustos. Fue un calendario muy intenso en el que tuvimos que jugar dos veces frente a Nueva Zelanda e Inglaterra.

“Creo que los resultados dependían de con quien habías jugado y el nivel de cansancio."

“Habiendo derrota a los ingleses en el torneo, fue una decepción perder la final. Tuvieron un comienzo fantástico y si bien comenzamos a recuperarnos no nos alcanzó."

“Tratar de sacar lo mejor en el décimo partido fue demasiado para nosotros."

Para el manager inglés Peter Rossborough, el triunfo se dio 20 años después de que ganara con su país el International Sevens tournament en el mismo estadio - un predecesor del HSBC World Rugby Sevens Series.

“Siento que jugamos a nuestro potencial y pudimos asegurar el triunfo."

“Hacerlo en Edimburgo, en Murrayfield, donde habíamos ganado el primer World Sevens, fue también fabuloso. Pudimos tomarle el pelo nuevamente a los escoceses," dice riéndose.

“Recuerdo que nuestras esposas fueron a cenar en el hotel y comenzaron a cantar 'Ganamos la Copa' y todos se retiraron. Fue un gran fin de semana para todos."

Dulce venganza para Harriman

Si bien Rossborough sostiene que Scully fue “quien mantuvo al equipo unido," uno de sus recuerdos más fuertes fue el de ver al capitán Andrew Harriman escaparse en velocidad de Campese en la final, sin que el australiano pueda acercarse. Esto, con la primera posesión del partido.

“Su único cap había sido contra Australia y no había podido frenar a Campese y quedó expuesto."

"Andrew pudo vengarse en la final - cuando tuvo la oportunidad lo dejó parado y se fue directo al try. Fue increíble!"

A ese try de Harriman le siguieron tries de Dallaglio y Tim Rodber, otro reconocido jugador del pack inglés; estando 21 a 0, Inglaterra tenía una mano en el trofeo.

Como era de esperar, Australia salió a buscar el partido; llegaron los tries de Lynagh, Campese y Semi Taupeaafe; Lynagh falló dos conversiones y el título quedó en manos de los ingleses por una diferencia de cuatro puntos.

“Por suerte se acabó porque creo que si seguía nos hubieran anotado un cuarto try ya que venían con el envión positivo," recuerda Scully. "Cuando sonó el silbato final fue una enorme sensación de alivio."

Así, con un equipo que se había armado sin figuras, Inglaterra se convirtió en el primer poseedor de la Melrose Cup.