México es un país con una riquísima historia milenaria, con los Aztecas como civilización muy avanzada en la que el entretenimiento tenía forma de deporte.

Uno de estos deportes era el tlachtli, una mezcla entre tenis, fútbol y baloncesto en el que se prohibía el uso de manos y pies y el capitán del equipo derrotado era sacrificado.

También estaba el ulama, que cumplía la función de resolver conflictos de diversa naturaleza: pleitos por tierras, tributos, controles comerciales y otros, sin la necesidad de llegar a violencia extrema.

Seguramente haya habido elementos del rugby en sus actividades deportivas, aunque el rugby ha tardado en instalarse en este país de enorme belleza y tradición. El rugby apareció por primera vez en México en 1930.

El crecimiento del rugby a nivel global ha impactado en un país de más de 125 millones de habitantes, aunque está muy lejos de ser un deporte masivo como el fútbol o el béisbol, o los muy consumidos deportes estadounidenses.

Fernanda Vázquez no era una enamorada del deporte, y su primera aproximación a la actividad deportiva fue como cheerleader del equipo de fútbol americano de la Universidad de Monterrey; allí conoció su primer balón ovalado.

Su segundo balón ya sería de rugby y estaría en sus manos, al conocer nuestro deporte en la Universidad ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México) en 2013, de donde egresó como Licenciada en Ciencias Políticas.

Esta Universidad, en el Distrito Federal, estaba armando su primer equipo femenino y necesitaba jugadoras.

“No sabía ni que era el rugby, lo investigué y me pareció violento,” describe lo que fue el comienzo de su amor por el rugby.

“Mis amigas me convencieron y fui. Al principio fue difícil porque no había tocado un balón en deportes,” recuerda Fernanda, que nunca se había preguntado por qué “las mujeres no hacíamos deporte de contacto.”

Encontrando su lugar

Rápidamente descubrió que había claras diferencias entre varones y mujeres, más allá de que en el rugby todos tenían su espacio.

“Al entrar en el deporte, entendí la diferencia de género al darme cuenta que no siempre tenemos las mismas oportunidades. En el rugby todavía hay espacio, pero todavía falta y es una lucha constante. Hay más reconocimiento hoy día,” cuenta, y cita la beca como punto de referencia clave.

Su poca aptitud física – “era más gordita, no era habilidosa” se reconoce – no le impidió sumarse.

“El rugby me dio un lugar; me encantó. Empecé a entrenar mucho, me involucré en el Wallabies del DF en 2016 – uno de los clubes más grandes de México – aunque el equipo femenino no estaba muy establecido.

“A pesar de ser parte de Wallabies nos sentíamos como un proyecto benéfico, no éramos tomadas en serio. Esto me hizo darme cuenta que para ser tomadas iguales había obligaciones y beneficios.”

Su carrera

El club de la coqueta zona de Polanco empezó a notar el trabajo de Fernanda y la sumaron a la Mesa Directiva en 2017.

Al darse cuenta que su camino hacia el seleccionado nacional sería muy difícil como jugadora, entendió que podría ser de utilidad trabajando en “un plan estratégico, delineando metas, en la búsqueda de recursos y formas de explotar el rugby en México. Decidí volcarme a buscar ese éxito, ya que en el rugby esto es una opción real.”

Sus estudios universitarios le permiten una visión de cómo armar el negocio, estructurar las bases.

“Lo importante es que los niños elijan el rugby por sobre otros deportes. Apostar a las bases va a ser clave.”

“Para ello, tenemos que saber vender el producto. El rugby tiene visibilidad y se sabe que es diversión, pero en México sigue siendo desconocido.”

“No obstante, creo que hay un cambio en la diversificación del deporte en el país y es el momento de hacerlo.”

En ese sentido, la Federación Mexicana de Rugby está dando pasos correctos y Fernanda Vázquez tiene buena relación con el Presidente Francisco Echeguren, quien la consulta sobre la liga.

El rugby femenil ha dado grandes pasos, como fue jugar en RWC 7s en San Francisco en 2018 y muchas de esas jugadoras se han convertido en referentes, trabajando en hacer crecer las bases.

Fernanda era analista política cuando participó de la elección de la beca de liderazgo femenino de World Rugby y ahora está abocada a crear una carrera en el deporte.

Su primera función con la beca fue el año pasado cuando viajó a Asunción, Paraguay, al Foro Femenino de Sudamérica Rugby.

“Fue muy bueno; volví fascinada por que encontré un grupo de apoyo identificado con lo que estaba atravesando, viendo que SAR estaba traduciendo en algo tangible y real lo que está sucediendo con el rugby femenino.”

“Estoy en un curso de Gestión Deportiva de la Federación Española de Futbol, en conjunto con FIFA y el Centro de Estudios Superiores del Deporte de FIFA, que tiene una duración de seis meses,” cuenta.

“Vine a España hace dos meses y estaré un año más porque quiero también hacer una maestría.”

La elección del lugar adonde formarse estuvo centrada en el crecimiento del rugby femenino español, la liga Iberdrola y como están desarrollando el deporte.

El deporte como herramienta de cambio

En su equipaje viajaron sus botas y ya está entrenando con el Olímpico de Pozuelo. “Voy a jugar, pero ahora estoy trabajando en como manejan el rugby.”

Pasa el mayor tiempo con Patricia García y su ONG, difundiendo valores a través del rugby y “colaborando con ella para potencializar el proyecto, buscando sponsors y lugares donde podemos introducirnos.” Todo este trabajo es ad honorem.

El rugby es un arma clara para el desarrollo de la mujer, explica quien juega de hooker o centro.

“La pasión que sentí por el rugby fue rápida y el deporte empodera. Te hace dar cuenta de muchas cosas, de tus habilidades. El rugby empodera.”

“Por eso, quiero hacer una carrera con el deporte como herramienta de cambio social.”

Aprovechando su formación en ciencias políticas y los cursos y maestrías que hará en España tendrá las herramientas que necesita para llevar adelante su sueño.

“Quisiera impulsar políticas públicas porque en México falta cultura deportiva. Me gustaría que ese sea el aporte a mi país,” finaliza.