TOKIO, 2 de noviembre – A medida que Inglaterra avanzaba en sus fases finales de preparación en su base en el centro de Tokio, el entrenador Eddie Jones intentó guiar a su equipo a través de un lema de batalla: “sin miedo”.

Habiendo estado al mando del equipo de Australia que cayó 20-17 ante Inglaterra en la final de 2003, servido como entrenador asistente para los Springboks campeones de 2007 y liderado a Japón en el torneo cuatro años atrás, Jones sabe mejor que nadie qué se siente perder y ganar los partidos importantes de la Rugby World Cup.

Repasando las ocho finales de Copa Mundial pasadas, debería poder reconocer la principal característica que consistentemente emerge a lo largo de todos esos partidos: el equipo que mejor empieza, casi siempre gana.

Ningún equipo que se encontró abajo al finalizar el primer tiempo terminó ganando el partido. En 2011, cuando Francia cayó 8-7 ante Nueva Zelanda en la final con menor diferencia de la historia, los All Blacks se fueron al descanso 5-0 tras un try de Tony Woodcock, antes de que los franceses se recuperaran para un electrizante final.

De hecho, tanto Sudáfrica como Inglaterra necesitaron del tiempo extra para asegurar sus victorias en 1995 y 2003, respectivamente, pero ambos equipos tenían ventaja a favor tras el primer tiempo. Los Springboks lideraban ante Nueva Zelanda 9-6, mientras que Inglaterra se imponía 14-5 sobre Australia en los primeros 40 minutos, incluyendo el try de Jason Robinson antes de que los Wallabies empataran el partido.

Esto bien podría ser una ventaja para Inglaterra, que ha empezado de manera fuerte a lo largo de este torneo. En el transcurso de sus cinco partidos, terminaron los primeros tiempos con un promedio de 13 puntos de ventaja sobre su rival. En contraste, Sudáfrica caía 17-3 frente a Nueva Zelanda en su primer partido de la Copa Mundial, mientras que en sus últimos dos partidos aventajaban a Japón por dos puntos y a Gales por tres.

En este torneo, aún contra Australia y Nueva Zelanda, Inglaterra ha jugado un estilo de rugby relativamente libre, pero deberíamos esperar una final mucho más peleada y cerrada.

Dejando de lado la final de 2015, en la cual Nueva Zelanda le ganó 34-17 a Australia en una partido extrañamente expansivo que incluyó cinco tries y ambos equipos intentando jugar libremente, en general, solamente hay dos tries por final.

Al mismo tiempo, de los 254 puntos que se han registrado a lo largo de las ocho finales de Copa Mundial, apenas 80 provienen de tries. La mayor parte del tiempo, los torneos son decididos por pateadores implacables. Con Handré Pollard y Owen Farrell como dos de los mejores pateadores del mundo, el duelo de esta tarde debería ser uno fascinante.

Los dos jugadores están equilibrados en la tabla de goleadores del torneo, con Pollard habiendo marcado 47 tantos y Farrell registrando 46. Quien salga mejor parado de este duelo, es probable que ponga sus manos sobre el trofeo.

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