TOKIO, 31 de octubre – Tres años atrás, la idea de que Faf de Klerk estuviera desempeñando un rol clave en el ataque de los Springboks en la Rugby World Cup parecía lo más cercano a una fantasía.

El rubio N° 9 realizó su debut en tests ante Irlanda en junio de 2016, solo para encontrarse ante una de las peores rachas de Sudáfrica en la historia reciente.

Para noviembre, De Klerk había sido ignominiosamente descartado luego de perder ocho de sus primeros 11 tests, que finalizó con una derrota 27-13 ante Gales en la que recibió una tarjeta amarilla. Tras ello no fue seleccionado por los siguientes 18 meses.

Decidió dejar su equipo del Super Rugby, los Lions de Johannesburgo y mudarse al Sale en la Premiership inglesa, una mudanza que ahora le permite hacer gala de su evolución a la hora de patear y tomar decisiones.

Pero no tendría otra oportunidad en el seleccionado hasta que Rassie Erasmus se hiciera cargo de los Springboks, a principios de 2018.

De Klerk, de 28 años, ha recompensado la confianza depositada en él por su entrenador con algunas actuaciones dinámicas en este torneo. Fue nombrado Jugador del Partido tras realizar una exhibición particularmente destacada contra Japón en los cuartos de final, donde anotó un try, ayudó a preparar otro y realizó 10 tackles mientras la poderosa defensa de los Springboks recibía los embates de los japoneses.

Pero la presencia de De Klerk en el equipo no ha gozado siempre de amplia popularidad en su país. Con solo 1,72 metros de altura, ha sido tema de conversación en una tierra donde el tamaño ha sido considerado como un activo. La tasa de trabajo y la energía de De Klerk (completó 200 pases en el torneo hasta el momento) contrabalancea su falta de físico. pero algunos lo criticaron por conceder posesiones sencillas contra Gales a partir de sus patadas.

Las estadísticas muestran algunas fallas de De Klerk en esta RWC. Hasta el momento ha perdido en nueve oportunidades la pelota, contra cinco de su rival en la base del scrum del sábado, el inglés Ben Youngs.

Pero el medio scrum dijo que es completamente inmune a las críticas. "Una de las características de este torneo es que ha mostrado que lo que realmente importa es el tamaño de tu corazón más que el de tu cuerpo”, respondió. A lo que luego agregó: "juego para inspirar a la gente y dar confianza a los jóvenes que podrían llegar a alejarse como consecuencia de su tamaño”.

Su duelo con el experimentado Youngs será una de las claves de la final del sábado. El N° 9 de Inglaterra, dos años mayor y 6 centímetros más alto que De Klerk, parece ofrecer una amenaza de ataque ligeramente mayor. En los cinco partidos que ha disputado en la RWC 2019, realizó 19 corridas con la pelota (De Klerk realizó 14 en cuatro partidos), superó a ocho defensores (De Klerk tres), consiguió cinco veces quebrar la línea de ventaja (comparado con las tres del sudafricano), y dio tres asistencias de try (contra una) hasta el momento en la Rugby World Cup 2019.

Pero las diferencias son mínimas, y el 'pequeño gigante' ha colaborado más con su equipo en el aspecto defensivo: De Klerk realizó 29 tackles contra los 13 de Youngs.

Será un interesante choque de estilos. El trabajo de Youngs crea más desde el juego abierto. En los partidos eliminatorios de Inglaterra, realizó 138 pases y solo 17 patadas. En contraste, las tácticas de De Klerk estuvieron enfocadas en el despliegue de su pack dominante, pateando por conseguir territorio. De Klerk realizó 77 pases y 36 patadas. Será entonces cuestión de esperar al sábado para ver quién es más efectivo.

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