TOKIO, 28 de octubre – Describir sus expresiones desde una mirada de mil metros de altura pondría un límite a su miseria desmedida. Mientras que el equipo de Gales se alejaba, maltrecho y desconcertado por cómo otra semifinal de Copa Mundial se les escapaba de las manos, tal era el vacío de sus miradas, la tristeza en sus ojos, y su desesperación, que su desolación parecía irradiarse mucho más allá de los confines del International Stadium Yokohama.

24 horas antes, fue Nueva Zelanda quien experimentó el mismo vacío en su alma. Su capa de invisibilidad, tan cuidadosamente cosida durante 18 partidos en 12 años de dominio de Copa Mundial, fue brutalmente arrancada por parte del equipo inglés que decidió escribir su nombre en los libros de la historia.  

Emociones similares, dos partidos completamente distintos. Al mismo tiempo que Inglaterra y Sudáfrica comienzan sus preparaciones para el próximo sábado, Gales y Nueva Zelanda se deberán contentar con el partido por el bronce. Aquí mostramos algunos de los puntos analíticos más importantes de las dos fascinantes semifinales.

Pollard acertó en los momentos indicados

Desde los primeros minutos del partido entre Gales y Sudáfrica, fue claro que sería una batalla de desgaste. En lugar del estilo libre y veloz que Gales mostró ante Australia en la fase de Grupos, este sería un partido definido por penales y el carácter de los pateadores.

Se esperaba que el último partido fuera uno intrigante. Si bien los galeses Dan Biggar, Leigh Halfpenny y Rhys Patchell son pateadores de clase mundial, en Handré Pollard Sudáfrica cuenta con el mejor hombre en el tee en este momento. Entre 2016 y 2019, la habilidad de Pollard -especialmente cuando patea desde los lados abiertos- ayudó a los Springboks a convertirse, antes de comenzar la RWC, en el equipo con mayor efectividad en envíos a los postes.

Pero en Japón, antes de este partido, el confiable Pollard no había estado en su mejor forma. Mientras que su porcentaje de éxito era de 75% (seis de ocho), a la hora de hablar de las conversiones ese número bajaba a 55% (seis de once), dándole un promedio total de 63%.

Sin embargo, en un partido con margen estrecho, Pollard regresó a su mejor versión. Si bien Gales se va a lamentar los ocho penales cometidos, el número 10 de Sudáfrica produjo una actuación con nervios de acero. En total, pateó una conversión y cuatro penales, incluyendo el decisivo al minuto 76 de partido. No falló ni uno.

Inglaterra destruyó los libros de historia al sorprender contra los All Blacks

Habiendo perdido 15 de sus últimos 16 partidos ante Nueva Zelanda y sus tres encuentros por Copa Mundial (1991, 1995 y 1999), Inglaterra siempre supo que debía realizar una actuación fenomenal si quería sorprender a los All Blacks, considerado como uno de los equipos más dominantes en la historia del deporte mundial.

Pero marcaron el tono desde el comienzo, rompiendo los libros de historia en los primeros dos minutos del partido con el try de Manu Tuilagi, el más rápido que se le haya marcado jamás a Nueva Zelanda en un partido de Rugby World Cup.

Sometidos por la ferocidad en los tackles ingleses, implacables olas de golpes formidables que le imposibilitaron a su rival establecer su usual ritmo de partido, los All Blacks nunca se recuperaron. Como contra Australia, Sam Underhill fue colosal en el centro de la cancha, una vez más quedando como el jugador con más tackles (16).

Cayendo 10-0 en el entretiempo, con el dominio físico de Inglaterra cortando los circuitos de offloads y generando muchas pelotas recuperadas, los All Blacks parecían desesperados. Tienes que remontarte hasta la RWC 1991 para encontrar un partido en el que no anotaran puntos en la primera mitad de un partido de Copa Mundial.

Incluso después del oportuno try de Ardie Savea en el segundo tiempo que redujo la diferencia a 13-5, no pudieron encontrar fluidez en el juego. Nueva Zelanda concedió 11 penales contra 6 de Inglaterra. George Ford castigó esos errores y convirtió en cuatro de cinco oportunidades.

Inglaterra es el segundo equipo en la historia en derrotar a los Wallabies y los All Blacks en una misma Copa Mundial, después de que Sudáfrica lograra lo mismo en su camino a levantar la Webb Ellis Cup en 1995.

Una estadística que definitivamente los fans de Inglaterra están deseosos de ver como un presagio.

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