TOKIO, 27 de octubre - Por lo general, en las semifinales de una Copa Mundial de Rugby las posibilidades de marcar tries son bastante escasas y las victorias suelen darse con ajustados márgenes en el tanteador.
En las anteriores cuatro Rugby World Cup, una semifinal se definió por una leve ventaja de cinco puntos o menos. En esta RWC 2019 los cuatro equipos que accedieron a las semifinales pudieron apoyar un try cada uno. Por lo que tener de tu lado a un pateador confiable a la hora del envío a los postes, es una gran ventaja por no decir que es un regalo del cielo.
Sudáfrica e Inglaterra implementaron estrategias y planes de juego más que exitosos con sus kicks que le terminaron dando sus frutos.
En la semifinal del domingo, los Bocks tuvieron ocho penales a favor. Handré Pollard anotó en las cuatro oportunidades que decidieron ir en busca de los tres puntos, sumado a la conversión después del try de Damian de Allende, para conseguir finalmente el tan ansiado pasaporte a la final.
Sudáfrica y Gales habían trabajado en vano para inmiscuirse en las férreas defensas hasta que Damian de Allende apoyó el primer try del partido a los 56 minutos de juego. Pero hasta ese momento, ambos equipos se habían animado a sumar puntos sólo con el pie.
Al término del primer tiempo y en una muestra de lo luchado y cerrado que fue el trámite del partido hasta ese entonces, cada equipo tan sólo entró en dos ocasiones en los 22 metros rivales.
Gales se fue con tres puntos en el bolsillo en ambas chances mencionadas. Mientras que Sudáfrica aprovecho una de las dos posibilidades, una que desperdició Duane Vermeulen haciendo un knock on y la otra con tres puntos adentro, gracias a un penal de Pollard.
Los otros seis puntos anotados por los Boks en los primeros 40 minutos vinieron con kicks de larga distancia, fuera de los 22 metros.
Sudáfrica consiguió un penal a 44 metros de los postes, en el costado izquierdo, con el partido igualado 16 a 16 (video abajo) a falta de cinco minutos para que termine el mismo. Pollard asumió el desafío y semejante responsabilidad pese al promedio personal que venía siendo muy bajo.
Hasta este partido de semifinal ante Gales, el registro de Pollard en cuanto a la ejecución a los palos había sido del 63 por ciento. El domingo elevó considerablemente su marca con un puntaje perfecto, anotando en sus cinco intentos recuperando sus viejas y buenas estadísticas y cerrando el partido con una patada ganadora.
El ingresado apertura galés, Rhys Patchell, marró un intento de drop que podría haberle dado a su equipo la posibilidad de ponerse arriba en el marcador, mientras que Pollard, Dan Biggar y Leigh Halfpenny tuvieron un promedio del cien por ciento en sus envíos a las haches, manteniendo una reputación compartida por ser tres de los mejores pateadores del mundo.
Pero en contraste con esto, Inglaterra arrancó con todo con un claro convencimiento y una mentalidad bien proyectada en busca de lastimar el ingoal rival con tries. Cuando estos embates no llegaban a buen puerto, el XV de la Rosa aseguró la ventaja en el tanteador a puro dominio.
En los primeros 25 minutos de juego, Inglaterra sólo pudo anotar siete puntos de un total de siete ingresos en los 22 metros de la defensa neozelandesa. Por su parte, George Ford erró un intento de drop en el minuto 33.
Después de aquel try tempranero apoyado por Manu Tuilagi, Inglaterra siguió construyendo su primera e histórica victoria ante los All Blacks en una RWC, con un enorme penal acertado por Ford (video abajo) desde 47 metros para poner un parcial de 10-0.
Es poco frecuente ver un resultado de 10 a 0 en un partido de rugby internacional o una diferencia de 13 tantos como cuando Ford aseguró nuevamente un penal abajo de los palos.
Cuando Nueva Zelanda pensó que remontaba para ponerse en carrera con el try de Savea, quedando 13-7 abajo, nuevamente el apertura inglés anotó otro penal (el tercero de su cuenta personal) para alejarse nuevamente a nueve puntos.
Y por si esto fuera poco, Ford cerró el partido con su cuarto penal (video abajo) para dejar el resultado final de 19-7.
Las dos semifinales mostraron espectáculos distintos con enfoques casi opuestos pero con confrontaciones muy parejas. Pero la ficha técnica de cada partido no miente y los pateadores terminaron siendo los verdaderos reyes.
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