YOKOHAMA, 27 de octubre - El entrenador de los All Blacks, Steve Hansen, insistió en la idea de que la derrota en semifinales podrá reinventar ese hambre de gloria de los All Blacks.

En el campamento kiwi, no hubo ningún intento de disfrazar lo que fue una justa de derrota por 19-7 ante Inglaterra, en Yokohama, cortando su reinado, con muchos testigos como fieles observadores de una clara supremacía mostrada por un equipo ante los All Blacks, en 32 años de historia en la Rugby World Cup.

A pesar de que sus jugadores todavía permanecen heridos, intentarán lograr el bronce el próximo viernes, pero igualmente Hansen abandonará su cargo una vez finalizado el torneo. Pero el todavía entrenador de Nueva Zelanda, uno de los más exitosos en la historia del rugby kiwi, trata de rescatar los aspectos positivos en medio del dolor.

"Estoy enormemente orgulloso de cómo lo hicieron los All Blacks manteniendo un nivel muy bueno durante mucho mucho tiempo, pero contra Inglaterra no fuimos lo suficientemente buenos y así es el deporte", opinó Hansen.

En cuanto al rival que los eliminó en semifinales y que los derrotó por primera vez en una RWC, dijo que "son un buen equipo, no hay excusas y no nos avergüenza para nada admitirlo. Sentimos mucho dolor, pero ese dolor o adversidad si lo quieren llamar así, alimentará mucho a los próximos equipos de los All Blacks en el futuro".

Reconocido por el mismo entrenador, la adversidad sirvió como un motor fundamental para resurgir de las cenizas después de la derrota en cuartos de final ante Francia en la RWC 2007. Lo que fue el puntapié inicial para una era de dominio sin precedentes en los All Blacks, con 18 triunfos consecutivos con dos Webb Ellis Cup incluidas, en una marca histórica que fue cortada el sábado por el XV de la Rosa.

Esta derrota, inevitablemente, generó varios interrogantes en un país que respira rugby y cuyas miserias quedaron bien reflejadas en la portada enteramente negra del diario New Zealand Herald del domingo.

La expresión en el rostro de un desconsolado Jordie Barrett (foto) abrazado por Owen Farrell deja en clara evidencia que para los jugadores era una experiencia rara y pocas veces vista. Pero no pusieron ninguna excusa al respecto.

"Es bastante desolador, duele mucho, sobre todo a los muchachos que quizás no vuelvan a ponerse esta camiseta. Sentimos como que defraudamos a esos compañeros que se van a retirar", indicó el hooker Codie Taylor.

Uno de ellos, claro está, será el capitán Kieran Read que terminó con una herida en su ojo derecho después de un tackle realizado al poderoso San Underhill y que ayer llegó a sus 126 caps.

Al respecto, Taylor resaltó que "podés verlo en su rostro y realmente duele, es un gran capitán y un líder único. Deja todo en los 80 minutos y nunca regala nada. Es líder incluso cuando está afuera de la cancha y es todo lo que uno quiere de un capitán. Estoy orgulloso de poder jugar con él", finalizó.

Ahora a Taylor y al resto de los jugadores, le queda un partido más para hacerlo.

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