Rebecca Clough recién comenzó a jugar rugby a los 18 años, pero en los siguientes doce años se aseguró de recuperar el tiempo perdido.

Como segunda línea, fue convocada por primera vez para las Wallaroos en 2009 y en la década siguiente construyó su reputación como una temible competidora, representando a Australia en las tres siguientes Women’s Rugby World Cups, empezando por la de 2010 cuando tuvieron su mejor torneo, finalizando en tercer lugar.

No obstante, admite que en su carrera que incluye etapas con Western Australia y las Worcester Valkyries en Inglaterra, no siempre se sintió imparable y que las lesiones han tenido su impacto.

El momento más bajo de Clough fue al comienzo de 2017 al intentar volver a su equipo local, el Cottesloe, después de una lesión, para jugar por un lugar en la Women’s Rugby World Cup en Irlanda.

“No estaba jugando bien y estaba volviendo de varias lesiones molestas y mi anterior operación de rodilla,” recuerda.

“No estaba en un buen momento porque tenía un entrenador que no me tenía confianza y me sentía dejada de lado. Eso me afectó mentalmente. Me hizo entender que necesitaba ayuda, necesitaba algo porque sabía que era más profundo que eso. Sabía que lo que hacía en el campo de juego no alcanzaba y que podía hacer más.”

“Ahí cuando te apoyas en la gente que cree en ti y trabajas con ellos; luego con la confianza y todas las estrategias a través de coaching mental me ayudaron enormemente.”

Clough tenía tan solo unas semanas de vida cuando debió ser operada por primera vez, naciendo con problemas en sus pies y los dedos de los pies, que necesitaron varias operaciones como bebé para corregir.

“No creo que los cirujanos hayan hecho un gran trabajo,” dice Clough al detallar su historia médica.

Jugó cestobol, hándbol y básquet como joven, pero una serie de lesiones de rodilla – su primera operación de rodilla fue a los 16 – la forzaron a abandonar deportes jugados sobre piso, siguiendo consejos médicos.

En la universidad, Clough comenzó a jugar rugby, habiendo visto con envidia como niña como su padre y hermano lo jugaban. Para entonces, ya se había roto ligamentos cruzados en ambas rodillas, además de rotura de meniscos, y lesiones varias que frenaron de a ratos su carrera en el rugby.

“Cuando uno pasa por tanto siendo joven, hablando de lesiones y todo eso, y sigues teniendo un sueño, nada te detendrá,” dice.

Jugar rugby era su sueño aunque hacerlo realidad nunca fue sencillo.

“Fue una verdadera lucha,” agrega. “Creo que cualquiera que ha tenido una lesión de importancia sabe que la recuperación es un gran desafío mental.”

“Recientemente, hico coaching mental. Recibí consejos de coaching de vida y mental que me ayudó mucho, me dio estrategias que me ayudaron mucho. Y, además, me ayudó a jugar mejor.”
“Por ello, sigo mejorando; es un desafío diario. Hay días que te sientes fantástico, en la cima del mundo, imbatible.”

“Otros días es un desafío y tienes que trabajar los aspectos mentales.”

La dedicación de Clough a su recuperación hizo que el entrenador de Australia Paul Verrell la eligiera en su plantel para la Women’s Rugby World Cup 2017, ayudándola a ser parte del equipo que finalizó en el sexto puesto.

Como atleta de elite en un deporte amateur, su rutina de fisioterapia debía ser acomodado alrededor de su trabajo como Oficial de Custodia Juvenil.

Admite que puede ser una experiencia solitaria, mientras que sus colegas en el sistema judicial juvenil piensan que “estoy local” cuando ven a su compañera aprovechar sus descansos para estirar o ponerse hielo.

“No tenemos a nadie que está constantemente recordándonos que necesitamos ir al gimnasio, hacer esto o lo otro, mirando mientras hacemos la recuperación,” dice Clough. “Hay que tener motivación propia. Paso mucho tiempo en el gimnasio sola, lejos de mi equipo.”

Insiste que el camino de recuperación de una lesión en el deporte amateur es “solitario pero vale la pena.” Agradece que en su empleo le permiten acomodar sus tiempos.

En sus primeros años, encontró complicaciones para equilibrar el trabajo y el rugby debido a la variación en los turnos – fines de semana, noches, días – a los que debía comprometerse.

No obstante, Clough ahora trabaja en un horario más normal, “9 a 5, lunes a viernes,” que le permite hacer ambas cosas. Encuentra distintas habilidades que le sirven en ambos lugares, en un campo de juego y en el sistema juvenil de detención.

“Un ámbito de custodia puede ser bastante peligroso y el trabajo en equipo que se necesita en el rugby es el mismo que necesito en mi trabajo,” explica. “Es necesario que todos trabajen juntos y bien.”

“Me han ayudado mucho en mi trabajo, apoyando mi carrera de rugby. Es una prueba, a veces, y estresante por el compromiso que implica pedir tiempo libre por temas de rugby.”

“Pero no lo cambiaría por nada.”

Su empleo también le permite usar el rugby como impacto positivo en los jóvenes con los que trabaja.

“Los chicos tienen un tiempo de recreación todos los días, donde elijen deportes para hacer. El rugby es uno de ellos,” agrega Clough.

“En mi actual rol no puedo salir a jugar con ellos, pero converso mucho con ellos y sé que el rugby me ha ayudado a salir de momentos muy oscuros y ha enderezado mi vida.”

“Los aliento a involucrarse con cualquier deporte el día que salgan.”