Litia Naiqato estaba a punto de cumplir diez años cuando Fiji, con el liderazgo de su héroe Waisele Serevi, ganaron la Rugby World Cup Sevens por primera vez en 1997.

Las hábiles corridas de Serevi y su maestría con un balón de rugby capturaron la imaginación de todos los que vieron lo que sucedió en Hong Kong – entre ellos Naiqato.

El triunfo global de Fiji generó algo dentro de la joven, que quiso ir a recibir a los campeones del mundo.

Insistió tanto, que la familia Naiqato salió desde su casa en la región montañosa de Sawakasa en el noreste del país, para ver llegar al campeón Serevi y sus victoriosos compañeros.

“Le rogué a mis padres,” recuerda Naiqato. “Quería ir a celebrar con el equipo. Recuerdo que ni siquiera pude hablar con Serevi por la cantidad de gente que había, pero estaba ahí sentada y lo único que pude tocar fueron sus sandalias.”

“Me dije: ‘quiero ser como él algún día,’ y lo logré – ¡aun cuando todavía no pude emular sus cambios de paso!”

Naiqato ha cumplido la promesa que se hizo un día, dejando una carrera internacional de fútbol para usar la famosa camiseta blanca.

Desde entonces, ha representado a su país en Rugby World Cup Sevens 2013, debutó en el HSBC World Rugby Women’s Sevens Series en Dubai en 2013, jugó en los Juegos Olímpicos de Río 2016, emulando a su ídola al capitanear a Fiji el año pasado.

Serevi, el Rey del Seven, es ahora un amigo.

“Me da consejos y me alienta en lo que tengo que hacer, como el entrenamiento fuera de temporada,” dice Naiqato. “Le agradezco mucho su ayuda.”

Aun así, llevar adelante su carrera en el deporte que ama no fue para nada sencillo.

Primero, Naiqato debió lidiar con lo que considera “comentarios sarcásticos” cuando se decidió cambiar el balón redondo por el oval.

Luego, en sus primeros años con Fiji, estaba el costo físico asociado con viajar desde su casa en Sawakasa a Suva cinco veces por semana. Para poder tomar el transporte a la capital, Naiqato debía amanecer a las 4 de la mañana y correr hacia la parada de bus más cercana – a una hora de distancia. No era sorpresa que para cuando llegaba a Suva ya estaba agotada.

Para cuando terminaba la práctica, debía recorrer el mismo camino de regreso.

Hoy, Naiqato vive en Suva, algo que alegra a su ex coach Chris Cracknell. Que haya estado dispuesta a hacer esto para poder jugar para su país sobre remarca su compromiso por Fiji y el rugby.

“Mi pasión y amor por el rugby me hace caminar esa milla extra,” explica. “Era mi rutina diaria cuando comencé a jugar rugby y nunca me di por vencida.”

“No sé por qué, amo este deporte y solo quiero representar a mi país jugando este deporte.”

Fue ese deseo que la ayudó a deshacerse de esos comentarios negativos sobre ella al dejar de jugar fútbol para perseguir su sueño.

“‘Ese es un juego de hombres, ¿porqué quieres jugarlo?’,” le preguntaban a Naiqato, con una actitud que prevalece en la nación isleña del Pacífico.

“Todos sabían que era una buena jugadora de fútbol y me preguntaban porque no me quedaba en ese deporte. ‘Te vas a lastimar, te quebrarán las piernas, no conseguirás nada,’ todas cosas que me decían.

“Bien adentro mío, sabía lo que quería. Este es el sueño, la pasión que siento por este juego que me moviliza.”

“No miro nunca para atrás sobre lo que dicen, ni sigo lo que ellos quieren.”

En cambio, Naiqato usó todo esto para motivarse a mejorar en un deporte que quería jugar. Es un enfoque que intenta instalar en sus compañeras también.

“No me importan los comentarios porque sé que tengo más oportunidades si doy mi 100% dentro y fuera del campo de juego,” dice.

“Para algunas de mis compañeras, fue algo que las afectó, pero yo estoy contenta, hablé con ellas y las alenté a que consideren esos comentarios como de gente a la pasada; son comentarios que deben hacerlas mejor, aunque mejor ni escucharlos.”

“Una se conoce mejor, sabiendo que se puede ser mejor y así ser una mejor representante del país en un futuro.”

Las actitudes están cambiando en Fiji, lentamente. El país fue sede del Oceania Rugby Women’s Championship y el Oceania Rugby Women’s Sevens Championship en noviembre del año pasado.

Naiqato ayudó a su país a terminar en tercer lugar en el torneo de seven, detrás de Australia y Nueva Zelanda.

“Fue un orgullo jugar en mi hogar,” dice. “Fue la primera vez que jugué en el Oceania Sevens en Fiji.”

“Fue un gran momento ver a los simpatizantes apoyarnos; no obstante, mientras jugábamos seguía habiendo comentarios sarcásticos. Pero no son muchos; la mayoría ahora nos apoya.

Espero haya muchos más torneos como eso que puedan jugarse en el país, que sirvan para desarrollar la percepción en la gente de que no es solo para varones; también juegan mujeres al rugby.”

“Y que las mujeres no podemos hacer mucho más de lo que hemos hecho.”

Naiqato sintió algo de la adulación que recibieron Serevi y sus compañeros en aquel marzo de 1997, habiendo llegado de Río junto al equipo masculino, campeón de la medalla dorada de seven.

Cuenta que la fiesta comenzó en cuanto el avión aterrizó en Fiji y duró una semana entera. Naiqato está determinada a que los que estén llenando las calles para vitorear a los héroes después de Tokio 2020 sea por el éxito de las mujeres.

“Quiero ganar algo para mi país y ser heroínas al igual que los varones,” dice.

“Lamentablemente, perdimos con Gran Bretaña en los cuartos de final de Río; lo único que le pregunté a mis compañeras al regresar a la Villa Olímpica fue: ¿podemos trabajar aún más?”

“Quiero estar parada en ese podio en los próximos Juegos. Quiero volver con una medalla.”