Pasaron unos días desde el regreso de los Juegos Olímpicos y sigo feliz por la fantástica experiencia que nos tocó vivir como equipo y personalmente como entrenador. Creo que todos crecimos y el rugby dio un paso gigante hacia un futuro que promete ser mucho mejor de lo que ya es.

Si bien preparándome para ir a Río, había escuchado muchas historias sobre lo que era y significaba participar de un Juego Olímpico, vivirlo superó todo lo que había imaginado. Desde el día que entramos a la Villa, la Ceremonia Inaugural, el debut…todo fue único, inolvidable.

Por suerte llegamos muy bien a Río, habiendo conseguido un crecimiento y una regularidad en el HSBC World Sevens Series que nos permitió encarar bien el debut del rugby en los Juegos.

El primer partido con Estados Unidos fue realmente clave en como se terminaron dando las cosas. Fue difícil por las lesiones de Javi Rojas a los 10 segundos, de Rodrigo Etchart a los cinco minutos y por sufrir tres amarillas. 

No era el destino

Fue un desgaste enorme, muy importante. Por suerte pudimos sacar el partido adelante por la entrega y el corazón del equipo, pero creo que empezamos a desangrarnos desde el arranque.

Solo nos permitieron sumar un suplente en vez de dos; tener un plantel con once en vez de doce jugadores es muy importante en este nivel. No fuimos los únicos que sufrimos con las lesiones.

A partir de ese partido, hicimos foco en clasificar y después ir viendo partido a partido como podíamos seguir avanzando.

En cuartos de final, Gran Bretaña fue un gran rival. Jugamos un muy buen partido; tuvimos mas oportunidades pero no pudimos concretarlas. Creo que el destino no quiso que pasemos a semifinales porque tuvimos una ocasión muy clara en el primer tiempo y después la patada errada en el final. Encima el penal de ellos rebota en el poste y mas que favorecernos, nos complicó.

A pesar del enorme trabajo hecho, a veces la suerte juega un rol para empujarte para un lado o para el otro.

Me quedó con el enorme esfuerzo y la gran pasión de los chicos que querían demostrarle al mundo y sobre todo a los argentinos lo mucho que hace por defender la camiseta.

El camino a Tokio 2020 empieza ahora 

Muchas veces no nos ven por la distancia o el huso horario. Esta era una oportunidad para hacerlo y si bien no se vio en resultados, mostraron la pasión con que juegan al rugby, el no claudicar y dar todo

Muestra de eso fue el partido con Australia que iban perdiendo 21 a 0 y con esfuerzo y amor propio pudieron darlo vuelta.

En el último partido las energías ya eran escasas, nos tocó un gran rival y a veces cuesta jugar sin un premio en juego.

La evaluación es muy positiva en cuanto a lo que dio el equipo y al proceso realizado pero negativa en los resultados porque por lo que demostraron los chicos estaban para una medalla, de cualquier color, pero una medalla al fin. No haber podido ganar una medalla realmente dolió, sobre todo por como se dio.

El pasillo previo al entrar al desfile, con monstruos del deporte, alentando por Argentina fue único. Hacemos distintos deportes pero sentimos lo mismo por nuestros colores.

Creo que a futuro, los Juegos Olímpicos van a ser el gran objetivo de todos los países y tenemos que empezar a planificar hacia Tokio 2020.

Claro que ahora, lo importante es descansar y terminar de definir mi futuro.